El horario de la animas (Parte 1) 

17.04.2021

Después de la muerte de mi madre recuerdo la dificultad de estar solo en mi habitación, durante un par de semanas dormía en la cama de mi papá, la noche pasada cuando estaba con él y dispuestos a descansar recuerdo ver por las rendijas de las ventanas como ingresaba la luz y combinada con la oscuridad de la habitación se hacía un efecto de neblina, en ese momento empecé a jugar mentalmente con esas luces nebulosas y con las sombras de tal forma que mi mente manipulaba todos los movimientos, de repente este juego se volvió en una gran masa y adopto la forma de una mujer, esta se ubicó sobre mi pecho y era tan pesada, no podía respirar, sentía los pechos de esta mujer sobre mí, pero no como una sensación de morbo sino como la expresión de la realidad del momento, las pulsaciones del corazón iban a mil por horas, mis manos que parecían inertes intentaban arañar a mi papá y aunque el estaba solo a unos centímetros no fui capaz de llamar su atención, esos ronquidos no lograron persuadir ese momento y la fuerza de ese cuerpo recreado por mi mente cada vez fue más intenso, la fatiga y las ganas de desfallecer esa lucha se convirtieron en la primera opción, unas de las alternativas para combatir ese momento fue orar y pedir ser liberado de esta extraña energía pero sentí como la moral recordaba mi falta de fe.

Logré tranquilizar la mente y después de hacer la oración del Padre nuestro, la mujer se evaporó por las ventanas, en ese momento pude gritar; mi papá se despertó alterado y de un solo brinco prendió la lámpara del nochero, vio mi sudor acompañado de la agitación, en ese momento dijo con rapidez es la hora del cambio de turno de las animas, en ese momento el reloj marcaba las 3:30 a.m.

Papá definió ese momento como una parálisis de sueño y recomendó mejorar los hábitos para dormir y tambien expreso, ya era el momento de volver a la habitación y dominar los miedos, lo que no sabe el, es que Juana y Nilsa esa noche tampoco lograron dormir.

La muerte de doña suerte, como era conocida mamá, fue algo muy inusual, su enfermedad fue rápida y hasta fulminante, el Doctor siempre decía sus síntomas son de cáncer, pero nunca entendió la velocidad con que cubrió todo el cuerpo, aunque su mirada siempre expreso otras cosas y lo único que mi papá comentaba, hay que aceptar la voluntad de Dios.

La casa durante un tiempo estuvo llena de velas aromáticas, los olores de cada espacio eran consecuencia de los baños de caléndula, los sahumerios de eucalipto, y a la frescura del cristal de las ramas de sábila, este última era un símbolo captador de malas energías según lo dicho por la nona, en la entrada había una virgen de Nuestra señora de Santa Marta, tambien había gran variedad de plantas ornamentales donde se destacaba la ruda y dos hermosos azahares de la India como protección del hogar.

Cuando llegó la enfermedad a la casa, fue como una avalancha de fenómenos, primero las babosas salían por todas partes, las sábilas de la entrada fueron robadas, la ruda se marchitó y mariposas negras siempre amanecían en la puerta de la entrada.

Doña Suerte, era un apodo de los vecinos por la facilidad de mamá para ganar la lotería, creo que eso fue lo que más despertó la envidia del pueblo, donde la recesión económica y la pobreza era la editorial de todos los días.

Volví a mi habitación, después de un día de estudio en el colegio, aún estaba muy inquieto por esa extraña sombra, logré dormir con facilidad y después de un sueño reparador, escuché un grito desde la habitación de mi hermana Nilsa, me levanté de la cama rápidamente y corrí donde ella, me abrazó y dijo; tengo varias noches sintiendo a mi mamá, y expreso; nos quiere dar un mensaje. Nilsa aun agitada y con mirada distraída, empezó a relatar su pesadilla; mamá la perseguía por toda la casa, como si quisiera agarrarla, las dos corrían en todos los sentidos, ella expresaba la angustia y desesperación, lo particular de esa persecución era ver una vela roja encendida en el baño y resaltaba la intensidad de esta luz, dice tambien en la pesadilla sintió fatiga por no poder parar de correr, y cuando logró calmarse y entender de que esto hacia parte de un mal sueño, recito la oración del Padre nuestro, esto ayudó a liberarse de esa pesadilla, pero antes de despertar vio cuando una mujer estaba quitando las sábilas de la puerta. En ese momento el reloj de pared marcaba las 3.30 a.m.

Papá ese día en el desayuno se veía muy cansado y torpe en sus movimientos, Joche como le decía mamá siempre ha sido un tipo muy reflexivo y analítico; en ese momento Nilsa se disponía a contar su noche y rápidamente interrumpió y dijo que tampoco había podido dormir y por eso tuvo durante la noche la lámpara encendida; nos contaba la causa de su desvelo y fue por culpa de un mal sueño y rápidamente empezó a relatar; el estaba caminado por toda la casa en medio de la oscuridad, entró como es su costumbre a cada una de las habitaciones, luego arropó a cada uno, en ese instante vio en el baño una vela roja, aquella luz se empezó a mover hasta la entrada de la casa, en ese momento salió una mujer con un vestido blanco y de rostro desconocido de los arbustos de la entrada, ella tenia unas ramas de sábila agarrada en sus manos y cunado sintió la presencia de joche, aquella mujer corrió bruscamente hasta donde el estaba, fue cuando se despertó y rezó a las ánimas del purgatorio.

En ese desayuno de aquel día nos permitió resolver muchas inquietudes y también los mensajes ocultos de estos, pero cuando Juana la mayor de mis hermanas participó en la conversación y aun escéptica sobre los sueños de todos, contó lo que ella escuchaba desde la habitación y era el movimiento fuerte de los azahares de la india, sonaban como si los estuvieran sacudiendo y pensó en los gatos de los vecinos, concluyó deben estar buscando los nidos de las palomas.

Todos deducimos el vínculo de las sábilas y los árboles, nos colocamos de pie, y caminamos con tanta rapidez hacia la entrada, cada uno empezó a revisar los árboles a su manera y vaya sorpresa en cada uno de los árboles había fotos de todos nosotros amarradas con velas rojas.

Las velas de Juana, Nilsa y la mía estaban sin signos de ser usadas, la de mi mamá ya estaba muy gastada, pero la de Joche estaba con signos de ser recientemente encendida, ya que la cera estaba tibia y moldeable. En ese momento a Juana le salieron lágrimas, sintió miedo con el hecho de pensar que alguien nos quería hacer daño, miramos a todos lados como si tuviéramos mal de persecución y muy confundidos por el momento y esa extraña situación.

Las fotos eran del álbum del quinceañero de Juana y recordamos cuando la Comadre Ruth lo había pedido prestado unos meses antes de la muerte de mi mamá; Joche guardo el hallazgo en unas bolsas negras, lo llevó donde el párroco del pueblo, este ultimo roció con agua bendita cada una de las fotografías y después las guardo en un cajón con escarapelas de San Judas Tadeo, recomendó poner algodones remojados con alcohol en las entradas de cada una de las habitaciones y dijo, si estos amanecen usados es porque hay una persona cercana entrando a la casa y es evidente su deseo de hacer daño.

Decidimos dormir todos con papá, aunque la decisión fue tomada por mis hermanas y por mí, además su habitación tenía la cama más grande y había un baño muy cerca, recuerdo hablar sobre los hechos del día y de abrazarnos fuertemente y luego todos caímos en un sueño profundo.

En aquella noche, recuerdo soñar- Iba caminando por la casa esta vez había mucha luz, la puerta principal estaba abierta y cuando salgo a la terraza allí estaba mi mamá vestida de flores y con tres ramas en las manos, eran de los árboles de la entrada y después las pone en mis manos, luego dijo; tu deber es cuidarlas, en ese momento todo se pone oscuro y los árboles se convierten en arena. Desperté al mismo tiempo que los demás.

Todos caminamos a cada una de las habitaciones y los algodones estaban negros, uno más que otros, pero esta vez había en el pasillo unas huellas de zapatos que desaparecían en el baño, la pequeña Nilsa solo expreso que no volvía a entrar a ese baño.

Esta situación pasó de la pesadilla a una extraña realidad. Papá muy amigo del párroco contó todos los hechos por teléfono, él acudió después del ayuno y como a las 10:00 a.m. se presentó con su monaguillo, dijo, esto es brujería negra, por lo general es envidia de algún familiar cercano o alguien muy allegado, en ese momento intervino el monaguillo y expreso con seguridad; en el baño debe haber un ritual y había que buscarlo para poder desligarnos de esta mala energía, se hizo una oración con el cuórum del momento, luego el párroco entró al baño, camino con sus zapatos recién betunados, tocaba cada una de las baldosas, y cuando abrió el tanque del sanitario encontró una foto familiar deteriorada por el agua, estaba amarrada a cuatro velas con muchos alfileres ya oxidados, en la imagen los rostros de todos estaba intactos, pero solo el rostro de Doña suerte no se reconocía.

El párroco puso a todos unas manillas para el mal de ojo y luego dijo, en la madrugada exactamente a las 3:30 a.m. en el cambio de turno de las ánimas alguien va a tocar la puerta pidiendo una ayuda.

logramos distraernos de los acontecimientos gracias a una invitación de papá y luego regresamos a casa en la noche, en la sala de televisión, papá tomo una foto de mamá con tanta delicadeza, y aunque no dijo nada, entendimos su frustración en verlo pensar el posible mal que habían hecho, cada uno se dispuso a descansar en las habitaciones, oramos en familia, se colocaron unas nuevas ramas de sábila en la entrada, se encendió una vela blanca y se dispuso un vaso de agua al lado de la fotografía de mamá.

Esa noche llovió fuertemente, el ruido de los truenos y el sonido de la lluvia golpearon las ventanas y me arrullaron lentamente.

Soñaba ir caminando con mi madre por un sendero peatonal, fue un sueño tranquilo, en sus manos había un gajo de ruda y en su cabeza una corona armada con caléndulas y en un lugar similar a la iglesia ella dijo; hasta acá te acompaño. luego desperté gracias a los golpes en la puerta alguien tocaba con mucho afán. en la entrada, papá ya estaba con con Juana Y Nilsa, nos miramos todos y cuando se abrió la puerta, vaya sorpresa, Genoveva la hija de la comadre, nos pedía un vaso de agua porque tenía mucha sed.

El reloj de la sala marcaba las 3:30 a.m.

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