En la Mente de Beddy

Son las 4:30 a.m. suena la alarma con ese sonido tan irritante para un comienzo de semana, debo despertarme rápido para ir a trabajar; nuevamente esta incertidumbre en el pecho, para colmo este aguacero. Hoy espero no retrasar la llegada al alimentador del metro y más aún porque debo llevar unos desayunos.
Recuerdo tener una muy mala noche, intente dormir luego de debatir mi soledad y de recordar el abandono de este malagradecido de Pedro, no sé si me duele su infidelidad, su maltrato emocional o simplemente de verdad me hace falta, creo en medio de tantas cosas extraño sentirme mujer, "Dios mío que calenturas"; me rio y la risa frente al espejo me da un aire de malicia.
En el metro, me concentro en mi música, unas baladas de la voz de Colombia, Fede mi hijo descargó la emisora para que distraerme en los viajes o para acompañarme en mis jornadas de aseo, ¡ese Nino Bravo aún me eriza¡ ; lástima que este muerto, el era un macho encantador.
Hoy tengo una cita con el Doctor general para hacerme un chequeo; Fede dice que yo estoy en la etapa menopáusica, cuando lo expresa me pongo roja y él lo sabe, aunque debo reconocer su profesionalismo para interpretarlo.
Llegó a la empresa, veo a esa juventud con tanto afán de llegar donde tanto los conocen, me dispongo a trabajar en la cocineta revisó la greca del café y hay vasos y pocillos sin lavar, lo primero que se me viene a la mente "esta gente si se toma en serio lo que es tener una empleada de servicio, nadie se preocupa por hacer su parte, la verdad eso incomoda pero debo sacar la mejor sonrisa, no la del espejo en la mañana, sino la de servicio al cliente"; como un relojito debo llevar el café y el periódico a la gerencia, ingreso digo muy buenos día, espero estén muy bien, ellos responden igualmente, luego digo con azúcar o sin azúcar. Camino tanto llevando café y aromáticas a tanta gente y en sus reuniones hasta quiero participar, de tanto andar por cada rincón hasta veces tengo las respuestas, nadie sabe pero soy "ingeniera industrial", trabajé mas o menos quince años en sistematización de procesos, pero con el conflicto en Venezuela, solo mi hijo pudo homologar su carrera y a mis 55 años estoy aceptando esta realidad tan compleja.
Todos los días tengo esta disyuntiva, o una puta malparidez tan etérea con este trabajo, no sé si acepte hacer el aseo por tema de economía o simplemente acepte reconocer la falta de oportunidades para mí.
Mi mejor amiga en el trabajo es la Juana, la otra del aseo, esa si no tiene secretos, solo le gusta darle al chupe con tequila y limón, siempre escuchando música popular, es una loca tiene un novio, según ella, es el encargado de hacerle mantenimiento, se ríe como loca cada vez que lo dice, es una verrionda, es muy fuerte, somos de la misma edad, aunque a veces sufra por el síndrome de Down y el déficit de crecimiento de su hijo, siempre me hace crecer a mí con sus ocurrencias.
Hoy ha sido un lunes largo, son las 9.00 a.m. debo ir al área de logística, unas de las actividades es hacer el aseo a los baños, es una zona con mucha energía, cada uno de ellos vive el día a día con tanta emoción y presión y todo se lo comunican por el radio. La parte operativa tiene desechables ósea no hay que lavar pocillos.
La incertidumbre en mi pecho continua, el recuerdo de un mal dormir sigue presente. Por primera vez alguien me pregunta después de servirle el café y de repetir la frase mañanera, "con azúcar o sin azúcar" - por favor con dos de azúcar y una de amor; ¡oye! ¿Tú eres feliz?, Esa pregunta llegó con tanta precisión y tan oportuna, lo único que se me ocurrió responder fue ¡Claro, porque lo duda¡; sin embargo mi mente y el alma quería decirle; estoy triste, esto no es lo mío, quiero irme de acá, quiero mi país, mi familia, mi casa, mi aire, en ese momento interrumpe la Sra. Marina - jefe tenemos un problema en bodega.
El Doctor confirmó mi etapa de menopausia y dijo vas a exponerte a sensaciones de cambio de humor, recomendó un tratamiento hormonal, estrógenos y unos antidepresivos en dosis bajas para y tomar aromáticas; vaya método para manejar la tristeza, como si fuera algo en cuestión de edad.
Regreso en el metro y después de hacer una llamada a Fede y contarle el resumen de mi día y como siempre omitiendo el otro día que mi mente llevó en paralelo, "vaya sorpresa", Fede está en la puerta con Angi su esposa, los invito a un café con galletas de Soda, los atendí con la sonrisa más maternal y con la alegría de ver a mi hijo, tan grande, con su dentadura perfecta y con ese tatuaje en su mano que no deja de distraerme, vaya forma de recordarme, él dice se lo hizo en honor a mí.
De manera simultaneo y mas sincronizados, cogen de una canasta un peludo indefenso con un moño verde, vaya susto me dieron, es un gato se llama "Cilantro".
Son las 9:30 p.m.; me dispongo a dormir y nuevamente frente al espejo, recuerdo el día que tuve, vuelvo y me rio pero esta vez con una sonrisa de agradecimiento.
Cilantro empieza a marcar territorio y el peso de mis ojos me dicen que el día ha terminado.