La parábola del amor
En agosto, cuando el amor soplaba en todas las direcciones, las mariposas bailaban en los estómagos de los enamorados y los besos se enredaban en el placer, había una mujer que soñaba con la inconmensurable noticia del matrimonio con aquel hombre que juro siempre "amarla".
Cuando el mes del viento finalizó y la brisa cambió de dirección como una triste epifanía, el sentido de esta historia de amor se transformó, ella lo dejó de amar y todo porque el hombre a quien amo de la forma más natural, la engañó en la manera más terrenal.
El engaño se talló en el corazón y se volvió un epitafio para toda su vida. La historia y el recuerdo de este amor se convirtió en su antiguo testamento y su amor por un Dios, en la génesis de su nuevo testamento.
sus melosas frases de amor se volvieron proverbios, el sentimiento en un acto de fe, atrás quedaron los capítulos que hablaban de ella, ahora sus historias eran versículos del mundo sagrado.
La historia de Adam y Eva, fue el sinónimo de Romeo y Julieta, aunque para ella lo único en común era lo clandestino y su pecado. Jamás volvió a cerrar los ojos por placer y solo dio besos lastrando el "libro de la verdad".
Aunque su cuerpo envejeció y aún más con el desgaste de sus largos ayunos, su alma nunca más sintió dolor, pues fue el resultado de su verdadero amor.
En algún momento su mente recordó las sombras de ese amor y rápidamente reflexionó "Más rápido llega el apocalipsis que un hombre en besar mis labios".