Oriana, “El mensaje de las animas" (parte 2)

16.03.2021

Han pasado 18 años después de la muerte de mamá, los recuerdos de aquellas imágenes de las velas rojas o de esos misteriosos sueños y sus mensajes intentan desvelarme; pero rápidamente logró tomar equilibro con un vaso de agua y un par de pastillas de melatonina. No volví a jugar con las sombras y con su eterno resplandor.

Por las noches tengo una visita muy particular, cuando cierro las ventanas para que el frío no entre a la habitación; recuerdo siempre dejar un espacio prudente para que la acompañante nocturna pueda ingresar, reconozco su presencia por sus movimientos místicos y cuidadosos, estos van acompañados de un sonoro cascabel, un sonido tan rítmico el cual permite disfrazar la música de la noche del ruido citadino, su sutil ronroneo se amplifica gracias al eco del momento, ella camina por toda la habitación marcando territorio con esos ojos amarillos como el color de las caléndulas en su mejor primavera, indicando "es el horario descansar".

La acompañante Nocturna se llama "Bohemia", es una gata de color gris; su dueña es la inquilina del apartamento 503, una Psicóloga muy joven, su forma de vestir descomplicada rima muy bien con ese cabello ondulado y sin afán, combinado siempre con esos zapatos "converse" blancos, y con sus habituales cordones sin amarar, su nombre es "Lorena", así lo dice en la placa, ella descubrió la infidelidad de su mascota gracias al olor de mi perfume.

El sábado en el cumpleaños de mi amiga "Ángela" y después de celebrarlo en mi apartamento con un buen vino merlot australiano, le conté el sueño de la noche anterior.

- Caminaba por el parque del pueblo, la noche era color sepia, había mucha gente, eran personas contemporáneas a mi edad, sentía el ruido de la música, como si fuera un sábado por la felicidad del momento, había una mujer de piel blanca, sus pecas parecían hechas con la mejor técnica de puntillismo, tenía un vestido blanco con fondo de mariposas amarillas, el color de su pelo era rojo; el color de sus ojos eran "como los de un perro corriendo", su belleza llamaba mucho la atención y sentía una fuerte atracción por aquella extraña mujer, la energía del momento se conectaba con el encuentro de nuestras miradas y después de correr por todo el parque como unos adolescentes en una película cursi; -logré tenerla de frente, agarré esas manos de la manera más romántica; mi cuello se dobló y pude darle un beso tan pasional que cuando me detuve para retomar la respiración, vi en sus ojos unas lágrimas de color oscuro y luego; en mi boca empezaron a salir dientes podridos como si fueran arroces, esas lágrimas se convirtieron en una avalancha de agua sucia, y la mujer desapareció de la escena. 

En ese momento una niña de ojos claros de manos tiernas e inseguras apretó mi mano derecha, vi que tenía una vela roja en su mano izquierda y luego dijo soy "Oriana"; en ese momento desperté del sueño; solo recuerdo el reloj marcaba las 3:30 a.m. y ver a "bohemia" oliendo las caléndulas de la ventana. -Ángela recordó la historia de mi madre y dijo, "las animas", se han vuelto a comunicar contigo.

En la misa de aniversario por la muerte de mi madre, nos reunimos los familiares, en la misma iglesia que la despedimos, recordé la tristeza en ese momento de mi padre, vi a mis hermanas Juana y Nilsa disfrutando su maternidad, sentí por un momento desconexión de aquella lejana emoción; pero luego su felicidad me recordó que la vida sigue y que la envidia es un obstáculo más, pero la unión nos permitió salir adelante. 

Luego de mirar la iglesia y de experimentar las emociones de ese día, pude ver una niña con un vestido blanco, muy similar a los utilizados para la primera comunión, solo pensé en lo llamativo del momento; ya que estábamos en agosto y este ritual católico por lo general se celebra en diciembre, la observé con cuidado, sus manos tenían un pequeño ramo de flores, compuesto por azahares de la india, ramas de ruda y unas hermosas caléndulas. En un momento de distracción vi que la niña ya no estaba al lado del confesionario y el olor de la ruda me indicó que estaba sentada a mi lado,  entregó el ramo como si fuera una ofrenda y luego con voz entre cortada, dijo; soy "Oriana", en ese momento respiré profundo y una gota de sudor corrió por la frente.

Ella tenía muy claro el día del encuentro, agarró mi mano con tal propiedad, sentía su confianza, se dispuso a contarme la extraña enfermedad de su madre y luego contó un sueño. La arriesgada niña continuo su conversación describiendo a su madre; dijo: - "ella es una mujer muy hermosa, aunque la enfermedad trate de robar esa oportunidad y los chuzones de agujas en las manos borren el rastro de sus perfectas pecas, siempre intenta luchar y retomar el camino de la vida".

En la noche del viernes pasado, fui a descansar a la habitación, tenía la pijama blanca con fondo de aguacates un extraño regalo de mi padre, cuando el cansancio tomo su lugar y creó, resalto con un tono de vos más fuerte "yo ya estaba dormida"; - sobre mi cuerpo se descargó un peso muy grande, no logré identificar su forma, solo me imaginé el cuerpo de algún hombre, intenté prender la lámpara de la mesa de noche, pero las manos no conectaban ningún movimiento, esa extraña figura introdujo una mano sobre la altura del corazón y sentí cuando salí del cuerpo, rápidamente empecé a recorrer toda la casa, sobre la bañera, mi madre muy agachada estaba vomitando una agua sucia, observe sobre su cuello un fino cordón rojo y este rodeaba toda el baño como una especie de telaraña, mi padre estaba en el otro baño mirándose al espejo, rociándose un perfume, la botella tenía un moño del mismo material del cordón rojo, el reflejo en su espejo era de una mujer relativamente madura, la atmósfera de la casa era oscura y borrosa. En el momento que mi alma viajera logró tocar el piso, estaba sobre una lápida, rodeada de unas flores amarillas, hojas de sábila y ruda, pero en vez de sentir miedo; este espacio generó una tranquilidad emocional, había una fecha inscrita "2 de agosto de 2003", con un epitafio en cursiva "las flores de la caléndula se mezclan entre las luces y tus alegrías", para nuestra madre y esposa". Un eco repetía tu nombre y en ese momento una voz materna y acogedora me dijo "Búscalo", luego desperté y el reloj marcaba las 3:30 a.m. agradecí estar nuevamente en mi cuerpo y saber que todo era parte de un mal sueño.

Escuchar el sueño de Oriana, generó en mi un déjà vu de emociones, recordé el momento cuando jugué con las sombras, la mujer sobre mi cuerpo, las fotografías desgastadas, las velas rojas y el momento cuando la hija de Genoveva pedía el vaso de agua, asocie ese sueño y trate de encontrar las similitudes, esta vez acompañado de la complicidad de mi amiga Angela y de Oriana. Debo reconocer algo en la personalidad de esta niña causaba una gran curiosidad, además de sorprenderme por su nivel de descripción y particular madurez, la dulzura de sus ojos trasmitían tantas historias y emociones y esa conducta de alma vieja, ambientaba la atmosfera para descifrar este nuevo mensaje de las animas.

Aprovechamos la ausencia de su padres para poder ingresar a la casa de Oriana, el lugar era fuerte, la decoración era minimalista, la energía del espacio era de zozobra, la cocina tenía muchas recetas, pero estas eran de fórmulas médicas, el olor de la habitación principal generaba la sensación de estar en los espacios de un hospital, el baño era impecable y de color neutral, en ese momento logré identificar un frasco de perfume de color oscuro, este era sencillo y muy artesanal, la tapa era del material de un corcho y tenía un pequeño moño rojo, lo agite con delicadeza y un pequeño ruido indico que algo había adentro, observamos y era un arete, en ese momento Oriana dijo; "ese arete hace un tiempo se había perdido y que era de mamá, también recordó que el perfume había sido un obsequio de la tía Azucena para su papá.

Encontramos el otro arete en el joyero, los limpiamos con aceite de coco, alcohol y con unos cristales de sábila, los ubicamos al lado de una fotografía de un paseo familiar, donde ambos abrazaban mutuamente a Oriana. En la imagen la madre tenía el vestido blanco de fondo de mariposas amarillas tal como en el sueño, luego de analizar aquella fotografía, la mujer resultó ser una antigua compañera de la escuela, la mente recordó esa época fantástica llena de imágenes y colores donde la razón no tenia espacio, pero también me traslado al cafetín donde estuve con ella y después de una clase de educación física y de compartir la lonchera, tuve mi primer beso, ese pensamiento lo guarde para la remembranza del momento, luego respire profundo....

Como un ritual de memoria ubique al lado de los aretes y la fotografía, un vaso de agua, hicimos una oración, al momento la casa adoptó un olor primaveral, el ambiente hostil y a enfermedad desapareció y las fotografías de ese hogar tomaron protagonismo y color.

La vecina del 503 se mudó y con ella se fue "Bohemia", las noches cambiaron y ahora las ventanas en las noches se mantienen cerradas.

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