La cometa de Hamellin

02.02.2021

Agosto, siempre había sido catalogado uno de los mejores meses, ya que se recogen los frutos de la tierra, y era la época cuando el aire ruborizaba los rostros y el viento acariciaba de forma tan inocente y juguetona que todas las edades salían a contemplar este terrenal momento.

En el pueblo de los "Buenos Aires",  las familias completas se reunían a compartir en el cerro de la "Eolia"; llamado así en honor a la isla donde vivía el Dios del viento, era el tiempo de las cometas artesanales y de los carrizos de hilos encerados, las cuales se movían con el aire de una forma tan rítmica y sin afán donde el cielo parecía un espectro angelical de un montón de almas en ascenso o para los exploradores de momentos unos juegos artificiales sin pólvora.

En los aires de 1986, en el festival anual de cometas, desde el cerro se logró ver una cometa de diseño particular, era tan amorfa, tan misteriosa y hasta se podía calificar en descomunal, el cual era guiada por un hilo rojo.  El pueblo  pudo identificar  la imagen de un gran ojo y tambien sintieron con el movimiento generaba la sensación de estar observando a todos, nadie sabía quién la dirigía y tampoco se atrevieron averiguar, creó era porque venía del otro lado del rio; durante un largo rato la atención de muchos se enfocó a ese ojo que nunca se le vio parpadear.

La tradición según los lugareños cuando una cometa reventaba su hilo solo los niños salían a buscarla y quien la encontrara primero se hacía digno de ella.

Al finalizar la tarde se escuchó un grito del otro lado del rio, era tan fuerte su eco que cuando los inquilinos del cerro miraron, lograron ver la misteriosa cometa en un estado de fuga, no llevaba tensión y el hilo rojo estaba a la mitad, rápidamente el pueblo gritó en coro "a la búsqueda", y empezaron aplaudir, los niños se activaron rápidamente, los más grandes tomaron ventaja, los expertos metieron sus dedos a la boca y calcularon la dirección del viento, luego decían, como en las mismas aventuras de Peter Pan, "el viento corre a nuestro favor", los niños con su energía habitual corrieron como si siguieran al flautista de Hamellin, sin saber la consecuencia de esta búsqueda.

El festival de cometas siguió su ritmo de celebración con sus tradicionales rituales de  agradecimiento a la madre tierra por permitir disfrutar de los frutos nacientes de ella.

El pueblo en furor de ese momento y contagiados del tas-tas de las múltiples copas del vino de Mortiño, nunca fijaron en los niños y tampoco se dieron cuenta de que ellos no habían regresado, los adultos siguieron celebrando y aun con la ausencia de los niños elevaron los globos de papel cuando el crepúsculo del día expresó su mejor fotografía.

Los festejos terminaron a la media noche, las familias incompletas regresaron a sus casas, los que pensaron en sus hijos muchos decían estos deben estar tan cansados por el golpe del sol y ya deben estar acostados, nadie se preocupó por consultar por el ganador de la cometa misteriosa, como si lo habían hecho en los otros años cuando esto sucedía.

Al amanecer las sirenas del pueblo se activaron, se escucharon los gritos y para los que la resaca no había terminado, nunca lograron entender los hechos, cada puerta del pueblo fue consultada y cada granero era recorrido en búsqueda de respuestas, nadie reconocía su irresponsabilidad, ni su desprendimiento y despojo del día anterior.

La búsqueda de los niños se extendió hasta el año nuevo y aunque enero no es una época de vientos fuertes, las familias elevaron las cometas y cuando estas se lograron izar, cortaron los hilos, dejaron al viento traicionero guiar su última búsqueda y el pueblo más unidos que nunca caminaron en una fila prácticamente interminable hasta donde la gravedad abandonó a las cometas,  "oh sorpresa" encontraron aquel hilo rojo, aún era como ellos lo recordaban, era muy fino y pesado, nadie entendía como pudo elevarse,  observaron aquel  hilo extenderse hasta una vieja cueva en forma de ojo, nadie se atrevió a explorar.

Desde ese año el pueblo se envejeció, los vientos soplaron fríos y terminaron coqueteando con la soledad, atrás quedaron las celebraciones, muchos abandonaron sus tierras, solo regresan en agosto a elevar cometas blancas por cada niño y en la llegada del crepúsculo soltaban los hilos para tener la sensación de ver ascender las almas de los desaparecidos y con las lágrimas en sus rostros y con las miradas en ese etéreo horizonte, todos gritaban "Buenos aires Juventud"

© 2020 El blog de Escritos de Yessid. Todos los derechos reservados.
Creado con Webnode
¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar